Muchos consumidores asumen que alguna entidad gubernamental, como la FDA, ha dictaminado que estos productos son seguros y efectivos antes de permitir que los anuncios se transmitan e impriman. Sin embargo, muchas personas no se dan cuenta de que no se ha demostrado que los productos sean seguros para su uso. Este concepto erróneo generalizado ha resultado en el gasto de cientos de millones de dólares en productos cuya eficacia no ha sido validada por ensayos clínicos.